El intestino humano alberga un número sorprendente de microorganismos, compuestos por más de mil especies. La microbiota intestinal interactúa con el huésped humano en una relación mutualista: el intestino del huésped proporciona a las bacterias un ambiente para crecer y la bacteria ayuda a mantener la homeostasis dentro del huésped, por lo tanto, la microbiota juega un papel muy importante en la modulación de la salud humana. Así, la alteración de la microbiota intestinal se ha relacionado con trastornos neuropsicológicos como la depresión y ansiedad, trastornos metabólicos como la obesidad y trastornos gastrointestinales como la enfermedad inflamatoria intestinal y síndrome del intestino irritable1.
Numerosos estudios han demostrado que existe una comunicación bidireccional entre el cerebro y el tracto gastrointestinal que une los centros emocionales y cognitivos del cerebro con el control periférico del tracto digestivo, se conoce como el eje cerebro-intestino1,2.
La serotonina y el triptófano son elementos claves para esta relación, regulación del humor y centros cognitivos del cerebro.
La serotonina es conocida como la “hormona de la felicidad” por su estrecha relación con el humor y disminución en los niveles de estrés. La serotonina juega un papel fundamental en el eje cerebro-intestino ya que actúa como neurotransmisor en el sistema nervioso central y sistema nervioso entérico que se encuentra en la pared del intestino. Su papel como hormona es unir estos dos extremos del eje2.
El triptófano es un aminoácido esencial que se encuentra en muchos alimentos ricos en proteína como carnes, lácteos, frutas y semillas. Además de su papel en la formación proteínas, el triptófano es un precursor de ciertos metabolitos como la serotonina2.
Así, en un estudio se observó que cuanto más triptófano metabolizaba el intestino, más aumentaban los niveles de serotonina en el cerebro, teniendo como consecuencia una disminución en los comportamientos de ansiedad y depresión2.
Adicionalmente, datos recientes muestran que los ácidos grasos de cadena corta producidos por las bacterias en el intestino también pueden aumentar la producción de serotonina2.
Por lo tanto, la microbiota regula el triptófano y la serotonina en el intestino y modifica el comportamiento influyendo en las emociones y en el humor2.
La importancia de una dieta saludable para tu microbiota intestinal
La dieta tiene un gran impacto en la composición, diversidad y riqueza de la microbiota intestinal. Alimentos ricos en fibra y probióticos pueden considerarse claves para establecer una homeostasis y promover la salud intestinal3,4.
El tipo, la calidad y el origen de nuestros alimentos dan forma a nuestras bacterias intestinales y afectan su composición y función. Por lo que se debe de hacer énfasis en consumir alimentos ricos en fibra como lo son los alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, semillas, nueces) y alimentos ricos en probióticos como lo son los alimentos fermentados (yogur, chucrut, entre otros).
Por lo tanto, como hemos visto, nuestra microbiota intestinal juega un papel muy importante en nuestra salud y la forma en que metabolizamos los alimentos que ingerimos está relacionado con nuestro estado de ánimo, comportamiento, energía, peso, antojos, equilibrio hormonal, inmunidad y bienestar general5, por lo que es fundamental una dieta equilibrada y saludable para tener un buen equilibrio de la microbiota, y por lo tanto un buen estado emocional.
1Zhou, L., & Foster, J. A. (2015). Psychobiotics and the gut-brain axis: in the pursuit of happiness. Neuropsychiatric disease and treatment, 11, 715–723. https://doi.org/10.2147/NDT.S61997
2 Jenkins, T. A., Nguyen, J. C., Polglaze, K. E., & Bertrand, P. P. (2016). Influence of Tryptophan and Serotonin on Mood and Cognition with a Possible Role of the Gut-Brain Axis. Nutrients, 8(1), 56. https://doi.org/10.3390/nu8010056
3 Koh A, De Vadder F, Kovatcheva-Datchary P, Bäckhed F. From Dietary Fiber to Host Physiology: Short-Chain Fatty Acids as Key Bacterial Metabolites. Cell. 2016;165(6):1332–1345. doi:10.1016/j.cell.2016.05.041
4 La Fata G, Weber P, Mohajeri MH. Probiotics and the Gut Immune System: Indirect Regulation. Probiotics Antimicrob Proteins. 2018;10(1):11–21. doi:10.1007/s12602-017-9322-6
5 Bell, V., Ferrão, J., Pimentel, L., Pintado, M., & Fernandes, T. (2018). One Health, Fermented Foods, and Gut Microbiota. Foods (Basel, Switzerland). 2018; Dec; 7(12): 195. https://doi.org/10.3390/foods7120195